miércoles, 2 de julio de 2014

Cátaros: Gnosis-Mundo, Agua-Aceite

Así como no es posible la mezcla del agua con el aceite, tampoco lo es la del Mundo con la Gnosis. Ello es así porque se trata de substancias completamente distintas, como la materia y la antimateria. De forzar su unión explotarían.

A la Edad Media se la conoce como la Etapa Histórica del Oscurantismo y esto es así porque de Europa, lo único que conocemos es debido a los monjes y otros eclesiásticos de la Iglesia Católica encargados de realizar los llamados manuscritos. Es decir, apenas poseemos conocimiento de aquel periodo histórico, salvo el que nos ha legado la propia Iglesia y el que los arqueólogos de nuestro tiempo pueden arañar a las piedras.

Para que la Historia pueda considerarse como algo científico debe tener diferentes fuentes que puedan ser contrastadas; pero cuando se trata de una sola, lo único que podemos hacer es creer o no creer, así es de simple. De todas formas, es a lo que nos ha tenido acostumbrados la sempiterna Iglesia de Roma o ¿no?

Nos encontramos en la Edad Media, donde la única fuente de información procede de la Iglesia y de su brazo ejecutor la Inquisición de los dominicos, Se ha intentado hurgar en sus más íntimos secretos y hemos descubierto que existen historias fragmentadas, incompletas como si se hubiese intentado borrar de la memoria colectiva de la humanidad: Ahí tenemos a Templarios y Cátaros o Albigenses.

Ríos de tinta impresa han circulado, al respecto, desde que la escritura se puso al alcance del Pueblo y la imprenta hizo asequible, al vulgo, sus trabajos. Cientos y miles de libros se han escrito respecto a una época histórica de la que más bien se conoce poco, lo que ha querido que supiésemos una pequeña parte de la Sociedad, el Clero; pero todo ello no ha servido más que para oscurecer más y más la oculta verdad.

Mitos, leyendas y sacos de fantasía han cubierto la historia con un manto impenetrable que hace difícil, si no imposible, a los estudiosos sacar algo en claro; pero dentro de la Iglesia siempre existió, desde los tiempos apostólicos, agazapada la herejía y esos herejes, habiendo sido monjes y eclesiásticos, también tuvieron acceso a la escritura en Latín, al saber, al conocimiento.

Podría decirse que la Iglesia de Valdo, los valdenses, fue la única Iglesia herética contemporánea de los, mal denominados cátaros, y templarios que llegó invicta hasta los tiempos de la Reforma Protestante, ya en la Etapa Moderna y donde llegaría a confederarse con aquellos movimientos revolucionarios que, recordémoslo bien, surgieron del mismo seno de la propia Iglesia Católica.

Los valdenses fueron contemporáneos de los misteriosos Cátaros o albigenses y, sin embargo, poco o nada se conoce de estos últimos. Algunos llegan a plantear si realmente existieron esos herejes que fueron quemados en cientos y miles de hogueras, dado que lo poco que se ha encontrado al respecto no da luz suficiente como para reconstruir ese agujero de la Historia.

Debemos dejar claras dos cosas, antes de continuar: Primero que Cátaro era un insulto derivado de gato, animal relacionado, por la Iglesia, con las hechicerías de brujas y magos; lo de maniqueos habría sido un apelativo utilizado por la Iglesia y sus secuaces con el fin de afianzar, aún más, la acusación contra esos hombres y mujeres de Herejía. Recordemos que los maniqueos fueron una de las primeras herejías, dualista, contra las que tuvo que lidiar la Iglesia Primitiva.

Es evidente que no hemos leído todo lo escrito al respecto y por ello damos gracias, dado que de lo contrario estaríamos contaminados de toda esa basura literaria con la que se ha venido reinventando una historia inexistente, cercenada, robada a la memoria de la humanidad.

No obstante tras nuestro prolongado periodo de andanzas por los medios protestantes y haber, posteriormente aterrizado, en los iniciáticos rosacruces hemos llegado a ciertas conclusiones lógicas carentes, eso sí, de cualquier historicidad; es decir, no pondremos la mano en el fuego por lo que a continuación viene; pero sí sería bueno que verdaderos historiadores investigaran el tortuoso camino de la Iglesia Valdense.

Nuestra breve conclusión provisional es que los albigenses no fueron otros que los herejes valdenses de la Tierra de Albi y que la utilización del término despectivo de cátaros o perfectos es absolutamente incorrecto. De los valdenses podemos encontrar su historia, de los albigenses no, tan solo balbuceos incoherentes que poseen más de las interesadas descripciones de sus enemigos que de otra cosa.

Pero ¿Por qué ese intento de eliminar ese periodo histórico de los anales de la humanidad? ¿Qué se ocultaba detrás de ese Real Montaje de Felipe el Hermoso que mantenía secuestrado al Papa en Avignon? Religión, Política, Poder y Avaricia.

La Religión fue la excusa para conseguir motivos políticos de expansionismo en el Territorio del Languedoc, donde muchos de sus habitantes pertenecían a la Iglesia Valdense y qué mejor excusa, para despropiarlos de sus tierras y bienes, que acusarlos de herejía; pero la Herejía Valdense, de aquella época, apenas era indiferenciable, salvo por pequeños matices doctrinales, de la Iglesia Católica con la que convivía de forma más o menos armoniosa y como ha venido sucediendo a través de la historia lo que hicieron, sus enemigos, para desacreditar a los habitantes de Albi fue exagerar la Herejía hasta lo que ellos consideraban monstruoso, el maniqueísmo, el hacer convivir a Dios de igual a igual, con otro Dios del mismo, pero inverso poder, el Diablo, Satanás.

No solo los consideraron herejes sino también hechiceros y brujas amantes del diablo y de sus más fervientes servidores, los gatos, de ahí lo de cátaros.

Para concluir diremos que sentimos mucho si este escrito sirviese solo para enmascarar aún más la verdad de lo que sucediera en aquella oscura época de la humanidad y que nos alegraremos si hace que gentes lúcidas y sin prejuicios, con la necesaria preparación científica, retoman este episodio para ahondar en la resolución de sus misterios.

“Lux Lucet in Tenebris”

La Luz Brilla en las Tinieblas, forma parte del emblema de la primitiva Iglesia gnóstica valdense, una gnosis que una vez más en la larga historia de la humanidad se demostró que no podía convivir de forma pacífica con el Mundo, porque el Mundo la rechazaba como algo ajeno porque así como el agua y el aceite no pueden disolverse en una misma sustancia, así la Gnosis es una Entidad extranjera en un Mundo constituido de una sustancia incompatible.


Aralba